LAS PIRAMIDES DEL PERU
Ruinas de Machu Pichu Picchu Civilizacion Cultura Inca Historia
En
lo alto de los Andes peruanos, la ciudadela de Machu Picchu parece
suspendida en la niebla de las montañas. Precariamente erguida en un
crestón rocoso con hondos precipicios a los lados, esta ciudad de una
raza extinguida hace mucho fue descubierta apenas en el siglo XX, 400
años después de su caída. Encajonada entre las cumbres por encima del
Urubamba, Machu Picchu resulta invisible para cualquiera que desconozca
su ubicación. El centro de la ciudad se corresponde con una pequeña
meseta donde se encuentra la Plaza Sagrada, flanqueada por los templos
principales y las casas más espaciosas. En las laderas a su alrededor,
se hallan las terrazas de cultivo que abastecían en su día a sus
pobladores.
En total, se han descubierto cerca de
doscientas construcciones de piedra, y los arqueólogos calculan que, en
sus días de esplendor, debió albergar unos mil habitantes. El agua de la
urbe procedía de manantiales situados detrás del Machu Picchu y se
distribuía en varios niveles a través de estanques y fuentes rituales.
Estando
en un lugar de difícil acceso, Machu Picchu era defendida por su
protegida ubicación, que también colaboró en mantenerla escondida
durante tantos siglos. Se cree que fue construida hacia 1450 d.C. que
estaba habitada por unas mil personas, mayormente sacerdotes y familias
de alto rango con sus servidores.
Machu Picchu es el monumento emblemático del Perú. Fue descubierta en 1911 por el arqueólogo inglés Hiram Bingham,
se trata en verdad de uno de los conjuntos monumentales más imponentes e
impresionantes del planeta, con toda justicia reconocido Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Escondida entre los riscos y la
vegetación frondosa, la antigua ciudad de Machu Picchu permaneció
secreta hasta el siglo XX, y ni aún los conquistadores españoles, en su
búsqueda de tesoros, la supieron hallar. Machu Picchu estaba quieta,
inhabitada y silenciosa entre las nieblas de las montañas peruanas con
sus secretos ocultos desde que fuera abandonada ya antes de la
conquista.
Para llegar allí hay que aventurarse por
un sendero sinuoso que sube hasta la cima de la montaña, bordeando
abismos impresionantes. El ambiente es el típico de la jungla hasta que
se llega a una altura en que la vegetación decrece, permitiendo
entrever, por primera vez, a unos trescientos metros más arriba, las
ruinas de los antiguos edificios. Sin embargo, para alcanzarlos, es
preciso afrontar todavía una empinada escalinata. Pero vale la pena
subir por tan larga escalera, pues a su término se desemboca en el Intihuatana y en la Plaza Sagrada.
Mejor dicho, primero en la plaza (que es
el centro urbanístico de la ciudad) y luego en el Intihuatana. En
quechua, es decir, en la lengua del imperio inca, inti significa “sol” y huatana
“vinculado”. Intihuatana, por lo tanto, quiere decir “el lugar donde el
Sol está vinculado”: el observatorio astronómico provisto de un gran
reloj solar.
Este no es el único edificio importante.
Este no es el único edificio importante.
En la plaza se encuentra también el
templo del Sol: un edificio triangular, sin techo (quizás no había
techos, o quizás eran de materiales perecederos), formado por bloques
gigantescos, algunos de los cuales miden cuatro metros y medio de
anchura por dos y media de altura.
Machu Picchu era una ciudad fortaleza de
los antiguos incas, sobre una montaña entre dos picos, 80 Km. al
noroeste de Cusco, Perú. Las extraordinarias ruinas precolombinas
comprenden 13 Km. cuadrados de construcciones de piedra unidas por 3.000 escalones.
Cómo se consiguió transportar bloques de
este tamaño hasta la cima de la montaña, y además ensamblarlos tan
perfectamente hasta el punto de no dejar el más mínimo intersticio entre
ellos, es no sólo un problema para el hombre de hoy, sino hasta un
misterio. Y mucho más teniendo en cuenta la simplicidad de las técnicas
utilizadas por los incas.
El arrastre de los materiales —todos
ellos procedentes de canteras situadas a más de 30 Km. de la ciudad, con
puntos de acercamiento de siete kilómetros para algunas partidas— se
hacía mediante rodillos, sobre los que se desplazaban las rocas sin la
ayuda de animales de transporte. Todo se hacía a fuerza de brazos,
tirando de cuerdas atadas a los salientes de las mismas piedras.
Y esto era sólo el principio. Al llegar a
la obra, los bloques tenían que ser tallados y perfilados, operación
que se hacía con instrumentos de piedra y algunos de cobre o de bronce.
Luego había que “adaptar” un bloque con otro, lo que se conseguía
después de un largo trabajo de desgaste o de frotación entre ellos,
hasta quejas respectivas superficies quedaban perfectamente encajadas.
Tanto es así que, a menudo, se ven
todavía piedras más grandes colocadas en medio de una corona de piedras
menores, y ello, precisamente, porque los operarios ponían en movimiento
estas últimas piedras raspándolas contra las piedras mayores después de
haber esparcido entre los dos bloques una fina capa de arena mojada que
servía de abrasivo
Esta ciudad no sólo comprendía las
casas, sino también un considerable número de terrazas para usos
agrícolas. Ese era también un trabajo ingente, ya que la tierra
necesaria había sido “importada” de otras regiones y depositada allá
arriba para permitir el cultivo de patatas, verduras, forrajes e incluso
maíz (el cual, al no poder madurar a causa de la elevada altitud, se
utilizaba para alimentar al ganado).
En cuanto al agua, suministrada en
cantidades copiosas por un manantial, era recogida y almacenada en
grandes depósitos excavados en la roca. Los campos no tenían gran
extensión, síntoma, o causa, de la limitada población de la
ciudad-fortaleza, la cual no tendría más de nueve mil almas.
Quizá haya sido la última fortaleza INCA
después de la conquista española. Estaba virtualmente intacta cuando
fue descubierta por Hiram Bingham en 1911. Bingham (1875-1956) fue un
arqueólogo y estadista norteamericano nacido en Honolulú, Hawali. Fue
gobernador de Connecticut (1925) y senador (1925-33).
Ciudad fortaleza:
El Huayna Picchu preside las ruinas de Machu Picchu, en lo alto de la
cordillera andina sobre el río Urubamba. La grandeza de los edificios
sugiere la posibilidad de que fuera un resguardo montañoso para la
aristocracia
de Cuzco, capital inca, atendida por una población
permanente de siervos y agricultores. En las cuidadosas relaciones de
los conquistadores españoles posteriores a la caída del Imperio Inca, en
1533, no se menciona a Machu Picchu, de modo que los motivos de su
decadencia se basan exclusivamente en suposiciones.
La época y la identidad de Machu Picchu
todavía son un misterio, aunque su esplendor reverencial es inequívoco.
Bingham acabó siendo senador de Estados Unidos; en los años cincuenta,
presidió la Junta de Lealtad de la Administración Pública, e intervino
en la causa de una supuesta infiltración comunista en el gobierno.
Cuando entre las montañas asoma Inti,
el padre Sol, el dios supremo de los incas, muestra una increíble
ciudadela armada como un rompecabezas de piezas encastradas, templos en
semicírculo, paredes de granito, palacios, casas y escalinatas, una
ciudad completa levantada por una civilización que no conocía la rueda
ni tenía animales de carga. Debido a su magnificencia, se especula que
Machu Picchu haya sido tal vez un refugio de la aristocracia de Cuzco,
la capital del imperio inca.
Machu Picchu (machu picchu significa, entre otros sentidos, “montaña vieja” en quechua)se
extiende entre los picos Huayna Picchu y Machu Picchu a unos 700 m por
encima del valle (2800 m. s.n.m.) y está suspendida entre los altos
picos de los Andes peruanos. Fue construida en el siglo XV de nuestra
era.
Quizá haya sido una ciudad fortificada
de unos 1.000 habitantes unida por carreteras a otras ciudades andinas y
abandonada en 1572. Machu Picchu nunca fue hallada ni destruida por
los españoles y de ahí su notable estado de preservación cuando fue
encontrada. Palacios, templos, casas, escaleras, canales, fuentes y
terrazas de cultivo en distintos niveles, una obra maestra de
planificación y construcción. Aquellas obras se realizaban sin la ayuda
de animales de tiro ni herramientas de hierro y el transporte de los
grandes bloques de roca se hacía mediante ruedas y palancas.
Con su conjunto de palacios, templos,
casas, escaleras, canales para el agua, fuentes y terrazas de cultivo en
distintos niveles, Machu Pic-chu es una obra maestra de planificación y
de construcción. Los arquitectos incas contruyeron probablemente la
ciudad a partir de una maqueta de arcilla o de piedra. Los obreros, sin
la ayuda de animales de tiro ni de herramientas de hierro, transportaron
enormes bloques de granito hasta el lugar mediante ruedas y palancas.
Los bloques eran entonces tallados y pulidos, y ajustados en su posición
sin ningún mortero.
La sociedad inca estaba sumamente
organizada y jerarquizada, lo cual debió reflejarse en Machu Picchu.
Nobles, sacerdotes, artesanos y gente del común vivían en zonas
específicas de la ciudad, y todos conocían perfectamente sus respectivos
derechos, deberes, privilegios y vestimenta.
El núcleo de la vida urbana era la Gran
Plaza, donde se celebraban festivales y mercados. Las casas y oficinas
de los nobles se elevaban sobre terrazas alrededor de la plaza, mientras
que las rústicas casas de piedra de los campesinos estaban situadas en
niveles inferiores. Éstas tenían techos de paja y estaban agrupadas en
torno a los patios donde las mujeres incas llevaban a cabo sus tareas
domésticas
La pirámide de Intihuatana
Esta
increíble edificación piramidal se encuentra ubicada en el sector
Hanan de la zona urbana. La localización exacta de la pirámide de
Intihuatana se sitúa en las laderas de una de las colinas que fue
diseñada para que tomara una forma piramidal. Esto fue posible tras
convertir las faldas de la colina en terraplenes nivelados formando una
estructuración de terrazas y corredores sobre una base poligonal lo que
adquiere el aspecto de una pirámide.
El acceso a esta edificación se realiza
a través de dos largas escalinatas situadas al norte y sur de la
edificación. Una de estas dos escalinatas está conformada por setenta y
ocho peldaños, los cuales presentan un exquisito trabajo de
arquitectura, pues los peldaños de buena parte del trayecto se
encuentran excepcionalmente tallados en uno solo de los macizos rocosos
de la colina. Esta escalera da paso a una ante cámara descubierta en
forma de patio, cuyos muros presentan la misma delicada arquitectura
que ambas escalinatas.
Desde dicha ante cámara se puede llegar
a acceder a lo más alto de esta edificación, la cual se halla rodeada
por las edificaciones que poseían el mayor valor para la ciudadela
debido a su carácter espiritual y significado religioso, muy importante
en la cultura de esta civilización. El acceso se realiza a través de
una enorme escalinata cuyos escalones están grabados a mano en piedra,
un excelente trabajo de construcción debido a que los materiales sobre
los cuales se han tallado los peldaños es un enorme macizo rocoso
compuesto por granito. En el centro de dicha cámara se puede apreciar
uno de los más fascinantes artilugios que la civilización inca habría
usado como herramienta de medición para sus amplios estudios de
astronomía. Dicha herramienta fue confeccionada de tal extraordinaria
manera que podría haber ofrecido una inmejorable técnica para la
medición temporal a través de los métodos que se basaban en los
fenómenos lumínicos, mediante la lectura de las emisiones de luces y
sombras proveniente del sol, durante los diferentes periodos estivales
como lo son el solsticio y el equinoccio. Dicho dispositivo consta de
una base cuadrangular conformando así un cuerpo prismático de casi 40
centímetros de altura. La orientación sureste-nordeste de este
artilugio prismático nos recuerda su finalidad como medidor de horas
solares debido a que sus cuatro vértices representan los puntos
cardinales Norte, Sur, Este y Oeste, las cuatro direcciones que forman
el sistema que hoy en día se usa como referencia cartesiana que nos
permite interpretar la orientación de cualquier punto en el globo
terráqueo. De ahí que la traducción literaria de Intihuatana nos lleve
al concepto de Observatorio, pues la lengua nativa quechua usaba el
término Inti para designar al “astro solar”, mientras que Wata
significa “año”. Intihuatana sería por lo tanto el lugar designado
como Observatorio Astronómico de la ciudad aunque cumplía además otra
funcióncon un significado más religioso, debido a que su localización
le convertía en el perfecto altar para la práctica de rituales
sagrados.
Esta dualidad reloj-altar se debe a la
creencia en una relación directa entre las deidades incas y los
fenómenos astrológicos. De hecho, el Intihuatana aún nos revela ciertas
construcciones y localizaciones alineadas que representaban a los
acontecimientos astronómicos, y por lo tanto, a los dioses de la cultura
inca.
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